Aquel que permanece en su lugar, vive mucho. Aquel que muere y no cae en el olvido, vive mucho.
Lao Tse
Desde que comencé a notar los primeros aleteos, Félix y yo fuimos perfeccionando nuestro sistema de comunicación. Estos caramelos de fresa no fallaban. Me comía uno y enseguida empezaba la acción. ¡Qué brío, qué energía!. Lo que tampoco fallaba era la voz de su padre por las noches diciéndole: «Chicooooo, ¿tu qué haces?».
Cada vez que recuerdo esas escenas, se me escapa una sonrisa.
