Escuchando su corazón

Somos el resultado de una cadena innumerable de encuentros, de gestos, de buenas voluntades, siembras, caricias y afectos.

José Tolentino

Cuando dejas que la creatividad se apodere de ti, estás tan receptivo que eres capaz de descubrir cosas que de otra manera serían impensables.

Cogiendo unos papeles para cambiarlos de sitio, me di cuenta que, al mover a buen ritmo un acetato Din A3 por la parte corta, sonaba exactamente igual que el sonido del corazón de Félix cuando estábamos en las pruebas de monitores.

Me sentí como un alquimista descubriendo oro.

Por suerte, no puedo decir exactamente nada malo del trato que recibimos de todo el personal del hospital: nos explicaron las opciones, nos animaron a conocer a Félix, me hicieron la cesárea muy rápido, estuvieron muy pendientes de mi madre, nos llevaron a una habitación apartada y lloraron con nosotros. Pero como en todo caso donde no hay un protocolo y dependes de la buena voluntad de las personas, nos faltaron cosas: faltó que hicieran mucho más partícipe de todo a mi pareja (sólo hablaban conmigo, incluso al darnos la noticia); faltó que un psicólogo viniese a hablar con nosotros; faltó que alguien con experiencia en estos casos nos guiase en la despedida; faltó que tomaran las huellas de pies y manos del bebé; faltó que nos animasen a cogerlo, a tocarlo, a abrazarlo; faltó que nos comentaran la posibilidad de hacerle fotos… son cosas que en ese momento no se pueden pensar, pero que luego he echado muchísimo de menos. Tampoco nos dieron información sobre las bajas de maternidad y paternidad (menos mal que existe la web de Umamanita), ni de si hay que registrar o no al bebé en el Registro Civil, ni si hay libros, recursos, asociaciones… ya sé que no es exactamente papel del hospital, pero ya que te ha sucedido allí y no les cuesta nada, al menos, podían darte una hoja de ruta con las direcciones web importantes. Como persona inquieta que soy, esa misma noche comencé a buscar recursos para digerir la nueva situación a la que me enfrentaba, pero tal vez no todo el mundo tiene esa capacidad.

Salir una mañana de casa con todo preparado para volver con tu hijo y regresar del hospital con las manos literalmente vacías, bien necesita todo el apoyo de nuestro Sistema de Salud. Y más teniendo en cuenta que, en las maternidades de los hospitales, la línea que separa la vida de la muerte es tan fina, que esto que nos ha ocurrido a nosotros no es nada raro.

Cuando muevo mi acetato, Félix se me presenta en la memoria como el chico fuerte e intrépido que fue.