40 semanas

Yo habito al pie de mi altura: ¿cuál es la altura de mis cimas? Nadie me lo ha dicho todavía. Pero conozco bien mis valles.

Nietzsche

40 semanas. Eso duró el embarazo. Así dicho no parece tanto, pero en ese tiempo no se me olvidó, ni un segundo, que estaba habitada.

Las conchas, hechas de tiempo, protectoras de vida, con su estridente ruido al chocar y su blancura delicada, eran el mejor motivo para hablar de nuestro tiempo compartido. Guardar el tiempo en una bolsita de tela me pareció el mejor lugar.

Sacarlas, contarlas, ordenarlas de menor a mayor, ponerlas en fila, distinguir los matices del blanco, hacer montones o simplemente cambiarlas de mano, me llevan a un jardín de recuerdos donde me encanta pasear.